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EXPECTATIVAS
El mercado americano experimentó un fuerte remezón tras la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de recurrir a una de las cartas de negociación más poderosas en su arsenal frente a países con menor poder económico: la imposición de aranceles del 25% sobre las importaciones de México y Canadá, y del 10% sobre los productos chinos. Esta medida, de carácter proteccionista, fue tomada con el objetivo de presionar a estos países a adoptar estrategias más eficaces en la lucha contra las drogas y la migración indocumentada hacia Estados Unidos, temas prioritarios para la administración estadounidense. La reacción de los países afectados no se hizo esperar. El primer país en responder fue Canadá, que, en un principio, anunció la implementación de aranceles de igual magnitud sobre productos estadounidenses por un valor aproximado de 100.000 millones de dólares. Sin embargo, esta postura comenzó a suavizarse conforme
avanzaban las horas y ambas naciones iniciaron un proceso de diálogo en busca de una resolución.
Por su parte, el gobierno de México, bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum, apeló a la calma y a la negociación diplomática. A través de este enfoque, se logró un primer acuerdo que consistió en aplazar la medida arancelaria por un mes, además de la implementación de un despliegue de fuerzas militares mexicanas en la frontera con Estados Unidos. A pesar de estos esfuerzos diplomáticos, China adoptó una postura más firme y desaprobó rotundamente la medida, llevando el caso ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) con el argumento de que las disposiciones violaban las normas internacionales supervisadas por este organismo.
El impacto económico de la aplicación de estos aranceles, en caso de no llegar a un acuerdo, podría ser amplio y de gran magnitud, afectando tanto a la economía de Estados Unidos como a la economía global. A corto plazo, los consumidores y las empresas estadounidenses enfrentarían un aumento considerable en los costos de los productos importados, lo que generaría un alza en los precios y una posible disminución en el consumo. Al mismo tiempo, el comercio internacional se vería reducido, ya que los aranceles generarían barreras adicionales al flujo de mercancías. En un escenario a largo plazo, los países afectados podrían recurrir a medidas
retaliatorias, lo que podría desencadenar una guerra comercial a gran escala. Este tipo de conflicto no solo afectaría las relaciones bilaterales entre las naciones implicadas, sino que también tendría efectos negativos sobre la estabilidad de los mercados financieros globales.
Además de los efectos directos sobre el comercio, las medidas arancelarias también podrían tener consecuencias significativas sobre el empleo y la inflación a nivel global. En el caso de Estados Unidos, el desempleo podría incrementarse en sectores que dependen de las importaciones y exportaciones, particularmente en industrias como la automotriz, la electrónica y la agricultura. Por su parte, los países afectados por los aranceles verían un aumento en los costos de producción, lo que llevaría a un alza de los precios de bienes y servicios importados. Este incremento en los costos impactaría a los consumidores, reduciendo su poder adquisitivo y elevando el costo de vida. En consecuencia, la inflación podría aumentar considerablemente, afectando tanto a la economía interna de cada país como a la estabilidad de la economía global.
Este panorama incierto podría generar un clima de tensiones económicas tanto a nivel nacional como internacional, exacerbando la incertidumbre en los mercados financieros. Las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y los países involucrados también sufrirían un deterioro, lo que podría afectar futuras
negociaciones comerciales y alianzas internacionales. A medida que la situación se prolongue, los efectos negativos podrían ser cada vez más visibles, incrementando las probabilidades de una desaceleración económica global que pondría a prueba la resiliencia de los sistemas económicos de las naciones más afectadas.
CALENDARIO ECONÓMICO Y PRONÓSTICO
Durante la semana del 3 al 7 de febrero de 2024, estaremos atentos a los resultados de Estados Unidos en cuanto al mercado laboral, donde las proyecciones sugieren que la tasa de desempleo se mantenga estable en 4,2%. Por otro lado, el miércoles, a través de la encuesta mensual que no incluye datos de la industria agrícola, el informe de empleo (ADP) proyecta un incremento, pasando de 122,000 a 150,000 en enero. Además, el viernes conoceremos la creación de nuevas nóminas no agrícolas, con una disminución en el rango de 170,000 a 256,000 para enero. En Colombia, el 7 de febrero estaremos atentos a los datos de inflación con el indicador del IPC, el cual se proyecta que, para el mes de enero, la inflación retome la senda de corrección y pase del 5,20% registrado en noviembre y diciembre al 5,10%.